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La Mano Inocente

SU RAREZA PELUDA

SU RAREZA PELUDA

Siempre había pasado por raro. En la escuela nunca le elegían para los juegos de equipo. Se quedaba solo en medio del patio, cerca de  la profesora esperando que fuera ella quien le asignara un grupo. Los estudios no se le daban mal,pero le costaba un esfuerzo muy grande concentrarse en ideas o conceptos que le parecían un tanto inútiles. La prefererencias  para el tiempo  libre pasaban por peinar su larga cabellera  u observar  la piel de los insectos que se posaban en las flores de su jardín. Imaginaba como era su tacto . El dedo pulgar paseando por  la yema de indice. Cerraba los ojos. Así iban pasando los años, sin más complicación de lo que supone la propia observación sin llegar a ser partícipe directo. Unas veces protagonista de todo y otras marginado en un mundo repleto de personajes como él . Nadie es más feliz por permanecer en la ignorancia, si no por ser consciente de ella y disfrutarla.Ese es el secreto, y quizás, sólo quizás, él la tenía. ¿acaso alguien se lo preguntó alguna vez?

Decidió no afeitarse una mañana para ver si en el trabajo le  comentaban algo. Pero ni ese día, ni los siguientes se interesaron por el aspecto de su cara. El pelo empezaba a acumularse por toda su barbilla, patillas... La frente cubierta tanto como las mejillas. Lo único que dejaba al descubierto eran sus ojos.Verdes, pestañas largas. Al acercarme para ver las manchas de su iris, me acariciaban. En los labios me hacían cosquillas. Su aspecto recordaba al de un león. Le cambiaron el nombre , y si nunca fué, ahora era otro, un inventado, un personaje de circo. La gente entraba a su oficina, deseaban meter sus curiosos dedos en el pelaje. Imaginar lo mismo que hacía él cuando observaba a los insectos de su jardín.

Me preguntan si se murió peleándose en el circo o deborado por algún animal. Sorprende que la gente no tenga vergüenza alguna al hacerme semejantes insinuaciones. Mi hombre se murió  en 1935, cuando lo pelos empezaron a crecer hacia adentro. A enredarse en los nervios, a apretar sus pulmones y amarrar fuerte su corazón. En cada latido rompía mechones y mechones de pelos  intentando seguir bombeando...Pero era tanta lucha y tanto pelo que le tenía prisionero..

Lion, mi hombre. Me estoy dejando crecer  el pelo tanto como tú.

 

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