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La Mano Inocente

Devuélvame mi inocencia


Por las razones abajo señaladas.

Estando en casa más nerviosa que aburrida y más aburrida que ociosa, di con su anuncio que pedía pruebas de inocencia: “se busca mano inocente que apriete el gatillo”; y pensé para mí misma: aunque apuntara nunca daría, debo ser yo la mismishima inocencia.

Ya con la cuartilla rellena, yo la mano que tiembla, me dispuse a romperla convencida del absurdo que cometía, dado el caso, al dudar que fuera posible atinar en algún blanco. Y vino aquí mi impericia a mostrarse tal, que termine por introducir la cuartilla en un sobre que en la mesa descansaba a la espera de otros menesteres. Sonó en ese preciso memento, cruel, el timbre de la puerta. Aferrada como estaba yo a mis pruebas, me dirigí a ver quién era. Resulto ser el cartero, ante quien, mi indomable nerviosismo se mostro como reboloteo incesante ante sus narices de la misiva. El hombre asustado, resolvió cogerla sin más. Prometiendo incluir el sello a reembolso.

Y es que este inquieto movimiento, le pareció al hombre solamente un signo de despedida, y no lo que realmente era, una rotunda negativa.

Puede usted juzgar mi relato por lo descrito arriba y espero resuelva remitirme devuelta mis pruebas de inocencia, pues en el sobre iban también 100 euros, para el pago de una multa de tráfico.

se despide atenta y afectuosamente.

la mano que tiembla.

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