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La Mano Inocente

NADANDO

NADANDO

Lo que más me gusta de nadar es ver los cuerpos. Da igual que sean pluricelulares o amebas. Disfruto desde las burbujas de la dorada hasta el bufido del señor de gorro rojo. Será deformación profesional, pero no hago más que imaginar como funciona cada engranaje. La cabeza humeral en la glenoides, el condilo femoral deslizandose sobre el menisco, el diafragma ascendiendo. Somos la máquina más perfecta. Algunos tratan de imitar a sus animales favoritos. Los hay sardina, focas marinas, castores de dientes largos, ballenatos, y los peores por su manía invasora de calles, los tiburones.

Lo peor que te puede pasar, como a mí esta mañana, es que un enorme búfalo tirándose de cabeza, te caiga encima mientras estás con el impulso que te das al llegar al bordillo. Por un momento, toda la tranquilidad se convierte en caos, dolor y agua entrando por todos los orificios. Ves su tripa peluda y unos brazos que no entiendes si tratan de hundirte más o arañan el agua para salir a flote. ¿Es esta una metáfora de la vida?. que bueno es nadar¡¡¡ Salgo siempre un poco más culta y limpia

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